Por muuuucho que no tengas nada que organizar en un día -según tú- es casi imposible que no tengas al menos una tarea prioritaria que deberías lograr.
El malestar como referencia para establecer prioridades.
Para identificar esa tarea toma como referencia el malestar. Sí, el malestar que te generará no lograrla. Por ejemplo, por muy irrelevante que parezca: lavar los platos. Si lo dejas sin hacer, mañana te generará un malestar. Esa será tu prioridad de hoy. Ya que tienes una, es probable que se te ocurra alguna(s) más.
Ahora, ¿qué tiene que pasar para que logres lavar los platos?
Es posible que primero te tengas que levantar a una hora en específico para que te permita tener tiempo de recoger la casa, desayunar y así poder juntar todos los platos posibles para lavarlos de una sola vez.
Por tonto que parezca, ya van varias tareas que debes lograr para cumplir solo una prioridad del día.
Esta es la lógica de planear alrededor de una prioridad. Tomas tu tarea más relevante y puedes convertirla en el centro de tu día, para que cada acción se acomode a que logres la más importante.
Planear alrededor de una prioridad le da perspectiva a tu día.
Con esto te das cuenta de que, por muy poco que tengas que hacer en un día, todas las acciones que elijas hacer son importantes y relevantes porque te llevarán a un propósito más grande.
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